Hasta aquí el temario de esta asignatura, esperemos que os sirva de ayuda.
Nos despedimos de este blog, María Marina y Pilar.
viernes, 8 de febrero de 2013
8.10 Las otras dimensiones del lenguaje audiovisual
Pier Paolo Pasolini, uno de los cineastas más reconocidos de las
últimas décadas, afirmó en una ocasión que decir
‘cine americano’ es una redundancia: todo el cine es americano.
Como se entenderá, la afirmación no se refiere tanto a la
capacidad de la industria estadounidense, sino al sistema formal de hacer
películas, diseñado en buen parte en Hollywood. Y es justamente
ahí donde la frase adquiere sentido: prácticamente todo el
cine del mundo se hace de la misma manera y posee similares características
de lenguaje.
A partir de los años veinte surgieron creadores con inquietudes mayores que han conformado una división en ocasiones poco clara entre ficción de consumo masivo (cuyo modelo paradigmático es el cine de entretenimiento de Estados Unidos) y ficción de autor que, por diversos motivos suele tener una exhibición restringida (representado por autores europeos cuya prioridad es la expresión estética y, en cierto sentido, el reconocimiento cultural).
Buena parte del cine de ficción se articula a partir del concepto de género, una noción que, aunque en muchas ocasiones resulte intangible, establece unas normas muy claras de gramática y de lenguaje.
Pero la propia historia del cine está llena de prácticas fílmicas que rechazan la narración causal como sistema formal que gobierna las decisiones creativas.
El documental es el ejemplo más conocido de películas no ficcionales. Dando por sentado que la misma selección de un punto de vista, tratado con una óptica, manipulado en su cromaticidad, color y definición, componen la mínima alteración que siempre sufrirá el proceso de captación de imágenes, podemos asumir que el tratamiento documental puede ser el más fidedigno para la representación de la realidad. Casi al mismo tiempo que se progresaba en la gramática del medio, un grupo de inquietos con espíritu de periodistas y de antropólogos, decidían utilizar la imagen secuencial en movimiento para ofrecerle al mundo una representación de sí mismo. Rodar los acontecimientos tanto políticos, sociales, culturales como naturales del orbe para ponerlos ante los ojos de la humanidad, para mostrarles en un área bidimensional aquello de lo que sólo habían oído hablar o de lo que jamás se habían planteado su existencia. El cine se descubría como el invento que podía mostrar hasta el lugar más recóndito tanto los conflictos sociales y políticos cuanto las maravillas más insospechadas.
En la actualidad los teóricos del cine documental diferencian cuatro modalidades documentales de representación: modalidad expositiva (en la que se usa una voz que comenta las imágenes y guía la lectura).
El cine de vanguardia, desde el surrealismo a la abstracción, es otra de las dimensiones que posee el cine no narrativo. El territorio es bastante amplio y recoge tanto los trabajos que pretenden experimental con el lenguaje en aras a su posterior inclusión en la industria (por ejemplo, en buena parte las películas surrealistas de Buñuel), como películas exclusivamente interesadas en la experimentación con las formas y en ocasiones cercanas a planteamientos cercanos al mundo del arte (por ejemplo las películas realizadas por Andy Warhol). En el último extremo del cine de vanguardia nos encontramos al cine abstracto, intento de búsqueda de los aspectos pictóricos de la imagen para definir la esencia del ritmo de un cine más cercano a la música y a la pintura y alejado de la literatura y del teatro.
A partir de los años veinte surgieron creadores con inquietudes mayores que han conformado una división en ocasiones poco clara entre ficción de consumo masivo (cuyo modelo paradigmático es el cine de entretenimiento de Estados Unidos) y ficción de autor que, por diversos motivos suele tener una exhibición restringida (representado por autores europeos cuya prioridad es la expresión estética y, en cierto sentido, el reconocimiento cultural).
Buena parte del cine de ficción se articula a partir del concepto de género, una noción que, aunque en muchas ocasiones resulte intangible, establece unas normas muy claras de gramática y de lenguaje.
Pero la propia historia del cine está llena de prácticas fílmicas que rechazan la narración causal como sistema formal que gobierna las decisiones creativas.
El documental es el ejemplo más conocido de películas no ficcionales. Dando por sentado que la misma selección de un punto de vista, tratado con una óptica, manipulado en su cromaticidad, color y definición, componen la mínima alteración que siempre sufrirá el proceso de captación de imágenes, podemos asumir que el tratamiento documental puede ser el más fidedigno para la representación de la realidad. Casi al mismo tiempo que se progresaba en la gramática del medio, un grupo de inquietos con espíritu de periodistas y de antropólogos, decidían utilizar la imagen secuencial en movimiento para ofrecerle al mundo una representación de sí mismo. Rodar los acontecimientos tanto políticos, sociales, culturales como naturales del orbe para ponerlos ante los ojos de la humanidad, para mostrarles en un área bidimensional aquello de lo que sólo habían oído hablar o de lo que jamás se habían planteado su existencia. El cine se descubría como el invento que podía mostrar hasta el lugar más recóndito tanto los conflictos sociales y políticos cuanto las maravillas más insospechadas.
En la actualidad los teóricos del cine documental diferencian cuatro modalidades documentales de representación: modalidad expositiva (en la que se usa una voz que comenta las imágenes y guía la lectura).
El cine de vanguardia, desde el surrealismo a la abstracción, es otra de las dimensiones que posee el cine no narrativo. El territorio es bastante amplio y recoge tanto los trabajos que pretenden experimental con el lenguaje en aras a su posterior inclusión en la industria (por ejemplo, en buena parte las películas surrealistas de Buñuel), como películas exclusivamente interesadas en la experimentación con las formas y en ocasiones cercanas a planteamientos cercanos al mundo del arte (por ejemplo las películas realizadas por Andy Warhol). En el último extremo del cine de vanguardia nos encontramos al cine abstracto, intento de búsqueda de los aspectos pictóricos de la imagen para definir la esencia del ritmo de un cine más cercano a la música y a la pintura y alejado de la literatura y del teatro.
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