Si el director tiene con los otros colaboradores un interrelación laboral más o menos regular, con los intérpretes es continua. Hasta podríamos decir que el actor es el elemento esencial del proceso comunicativo entre un director y el público.
El primer contacto que tienen actores y directores es lo que popularmente se denominada casting: un proceso para la elección de los actores más adecuados. Tras leer el guión, el director habrá dado un rostro virtual al personaje y tratará de encontrar su referente físico, real. En un segundo momento, en un casting al actor se le somete a pruebas de diversa índole: autopresentación, lectura de texto y quizá representación de una escena de la película.
Existen diferencias entre la interpretación para teatro y para cine que limitan en ocasiones la circulación de profesionales de un medio a otro. La principal desemejanza se produce por un hecho físico: el actor de teatro se halla presente frente al espectador, en cine debe ser más contenido en sus gestos ya que el registro sonoro y visual.
Desde los sistemas de producción también se hallan diversidades. En cine no se puede interpretar en orden cronológico, sino que el relato se rueda de la forma más eficaz para reducir costes; de esta manera, el actor debe supeditarse a un orden establecido a lo largo de varias semanas para revivir al personaje, mientras que en teatro lo que dura la recreación de la representación es proporcional a la duración del espectáculo.
Una vez seleccionado, el director y el actor suelen reunirse para compartir impresiones sobre el personaje a representar y tratar de unificar criterios y visiones. El director intenta trasladar al actor su concepto del texto y del personaje y está obligado a resolver con absoluta claridad todas las dudas de interpretación que surjan.
Realmente no existe una sola metodología de trabajo con los actores y en ocasiones hay que adaptarse al estilo de trabajo de los mismos para obtener los mejores frutos. Basta recorrer la historia del cine para comprobar lo cambiantes que son los cánones de interpretación y los cambios que se encuentran entre el Robert de Niro de Taxi Driver (1975) y el Keanu Reeves de Matrix (1999). Lo que es inherente a todas las escuelas es la obligación que tienen los actores de memorizar el texto, no tanto por cuestiones creativas como de premura del tiempo de rodaje. El siguiente paso es el ensayo, período de preparación y de clarificación de ideas, donde deben afinarse los objetivos que el director ha propuesto al actor. Es el punto en el que el actor empieza a crear el personaje, a desarrollar sus capacidades creativas y a dar vida a una creación virtual sólo existente en un papel y la imaginación de los guionistas.
Cuanto mayor es la preparación, mejores resultados se obtienen. Lo usual es realizar un último ensayo durante la preparación del plano, tanto para recordar lo establecido, como para que el actor se adapte a las condiciones técnicas y espaciales exactas que se van a dar cuando la cámara comience a filmar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario